viernes, 12 de diciembre de 2008

La primera burla

Después del cursillo, siempre que voy a trabajar llevo conmigo el Crucifijo que nos regalaron. En casa, cuando duermo, descansa en la mesilla porque me da tranquilidad. Me recuerda que Dios me cuida de noche y de día. Cuando me siento en la mesa de trabajo, ahora cuando estoy tecleando, lo tengo a mi lado, para ofrecerle lo que hago y pedir al Espíritu que me inspire.
También lo llevo al trabajo. Por las mañanas, no lo suelo sacar de la cartera que utilizo. Por la tarde, una de las primeras cosas que hago es situarlo sobre el ordenador, como un compañero infatigable.
Confieso que el primer día, al dejarlo sobre el disco duro, tuve miedo. Al que dirán, a las burlas, a lo que responderé, a mi posible vergüenza... Pero no pasó nada. Durante siete días, siete, nadie se fijó en él hasta que un día, el jefe lo vio y me preguntó qué era. Se lo expliqué, incluso a algún compañero que se interesó por los cursillos de cristiandad. Ahí quedo todo. Y yo tan tranquilo. Ves, no era para tanto. Así que seguía alegre con mi crucifijo sobre la mesa. Hasta que llegó la primera burla.
No fue ayer ni antes de ayer. Hace unos cuantos días. Era una tarde tranquila, estábamos todos dándole a la tecla cuando entró X, un señor que conozco desde hace años, amigo del jefe y con el que tenemos desde hace tiempo una buena relación. Entró en la oficina cantando "Resucitó, resucitó" y riéndose a todo lo alto de la presencia del crucifijo sobre mi ordenador. "Y éste que tiene ahora una Cruz en la mesa". Más que la frase en sí, era el tono: despectivo, burlón, tratando de hacer daño. Y sí que me lo hacía.
Más aún cuando a finales de octubre, X había aparecido en los periódicos como organizador de unas conferencias sobre el Año Santo de la Cruz. Y en ellas había estado, con las fuerzas vivas de la ciudad, presumiendo de cultura y no sé de qué. Allí estaba, riéndose y con evidentes ganas de guerra. No sé si, también, de coger mi Cruz. No me callé: "Me extraña que te rías. Tú, que hace poco estabas con Tuñón [el abad de Covadonga, ponente en las jornadas] hablando de la Cruz, debes saber bien porque la tengo sobre la mesa".
No hizo falta más. Cesó la primera burla aprendiendo uno que los dardos vendrán de todas las partes, incluso de los que levantan la bandera de aliados.

2 comentarios:

Dolores dijo...

Lo que describes es así. Primero la burla, el no entender cómo se puede pensar de una "forma reaccionaria" pero una vez que descubren que no te hace daño sino que te refuerzan, paran y más si están solos.

ArchipielagoAvilés dijo...

Y además está la fuerza de la Cruz y del Pesebre...