lunes, 17 de noviembre de 2008

Preparando el aterrizaje

Como si fuese un gran avión de pasajeros, llevo unos días preparando mi aterrizaje, mi regreso a la realidad. El próximo jueves regresaré al trabajo, tomaré tierra con la realidad y comenzaré a vivir plenamente en el mundo, lejos ya del monte Tábor del que sólo me queda el recuerdo y la Gracia del Espíritu.
Justo con una semana de antelación, me pasó una experiencia curiosa. Estaba en el aparcamiento del Hospital San Agustín. Allí, un conductor tuvo que sacar su coche marcha atrás durante cerca de quinientos metros, hacer varios giros y detenerse en alguna ocasión para evitar golpear contra la pared. Al llegar al aparcamiento, había optado por la solución más fácil, sin pensar en las consecuencias. Si en su momento hubiese pensado en el futuro y aparcado correctamente, hubiese salido sin tantos problemas.
Pienso que mi trabajo es como el aparcamiento del Hospital San Agustín. Para quienes no sois de Avilés os diré que es inevitable utilizarlo, a no ser que tengas mucha suerte de encontrar en superficie o tener que ir a Urgencias. O sea, que es como el trabajo. Y que mi reto a partir del jueves no es llegar y tomar la solución fácil, llegar y callar al Señor, si no pensar, actuar correctamente y pensando en el futuro para poder salir de allí sin tantas maniobras, sin avergonzarme por no haber reconocido a Jesucristo y anunciado la buena nueva.
Ya os contaré que tal aparco.

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